lunes, 11 de enero de 2010
Cámara obscura , cuarto obscuro
FOTOGRAFIAS ESTENOPEICAS...LA COLECCIÓN DE LA COLECCIÓN.
Como explique anteriormente, las imagenes capturadas por medio de cámara oscura o estenopeica son fotografias de las propias miniaturas, de sus rincones y espacios, leerlos desde esta nueva dimensión los vuelve a relicarizar y permite redescubrir las habitaciones reconstruidas. Como plantea Susan Sontag: "fotografiar es..apoderarse de lo fotografiado".
Como explique anteriormente, las imagenes capturadas por medio de cámara oscura o estenopeica son fotografias de las propias miniaturas, de sus rincones y espacios, leerlos desde esta nueva dimensión los vuelve a relicarizar y permite redescubrir las habitaciones reconstruidas. Como plantea Susan Sontag: "fotografiar es..apoderarse de lo fotografiado".
SOBRE EL ACTO DE COLECCIONAR.
Resignificación-sacralización-Reliquia.
Un individuo busca un objeto…entre muchos, lo identifica (al fin), lo elige y en ello puede haber reflexión (pero cierta y lícitamente puede también no haberla). Luego, una vez que este individuo se apropia que aquel cuerpo, que lo obtiene para sí, que lo adquiere… lo abarca desde una reescritura recientemente ideada para ese objeto y no otro, solo ese, y al parecer solo en ese momento. Al reescribir ese objeto, al re-concebirlo, se le otorga un nuevo tipo de valores, de ideas, de asociaciones, de lecturas, que se van integrando al objeto, que lo envuelven…lo transforman y…lo resignifican.
Adquiere así el objeto una nueva dimensión, una en la que participan el recuerdo y la memoria. Se revisan pequeñas historias, anécdotas lejanas, leves minutos de felicidad, de melancolía, de calma, de tristeza y surgen “mitos-objétuales” recién concevidos para el “personaje-objeto”. Se le apoda icono de un algo que a veces de tanto ser pronunciado se vuelve innegable en el reservorio de la memoria, cuando ciertamente puede nada más ser una historia inventada, heredada o una anécdota modificada.
Luego la repetición, la síntesis, todo en uno y redundantemente y de pronto…el objeto ahora es un icono de algo y vamos atribuyéndole proezas y motivos…se va integrando de esta manera al que colecta. Se reafirma y se válida como el simbolo de un concepto, de aquello que se respeta antes que otras cosas, que se revindica cada vez que sea necesario, un objeto en el que uno se reconoce y que se abarca desde lo sacro, desde una sacralizad secular, se comprende así por que de otra manera no se da respuesta a todo lo que remite. Se lo transforma entonces… en una reliquia. No una reliquia “santa” como diría algún beato religioso, sino una reliquia por los años, que quizá no tiene, pero representa, por permanecer como único (aunque muchas veces no original) sobreviviente de aquello que se memora, es un significado abstracto ocupando un cuerpo, un espacio físico y pasa también a ocupar un espacio en la casa a la que llega, un espacio en el que quizá descanse, repose, de tanto ajetreo por el encuentro, el traslado, la re-significación y finalmente la asignación del lugar apropiado.
Se lo integra a lo cotidiano, a la geografía de una casa y se lo observa de lejos, ocasionalmente se visita, y menos veces aún se toca o se muestra, quizá para no “cansarle el significado” y cuando se lo retoma, es casi como una premiación autoinferida…, casi como un premio al buen hacer o al buen sentir, como cuando se es niño y te obsequian caramelos y te los comes de a poquito para que no se te acaben nunca, para no cansarte de ellos, para siempre sentir ese dulzor de diablos que te cruza la garganta y que se te pega en las manos, en los labios, en la cara y hasta en los cabellos.
Todo el proceso, es como un abanico de metáforas que se suceden unas a otras, a veces no es necesario intelectualizar, ni teorizar, para comprender las relaciones (de los términos y de los procesos), son tan claras… tan limpias, que ataviarlas innecesariamente es “capturarles los atajos”.
Pía Carolina Aldana C.
Un individuo busca un objeto…entre muchos, lo identifica (al fin), lo elige y en ello puede haber reflexión (pero cierta y lícitamente puede también no haberla). Luego, una vez que este individuo se apropia que aquel cuerpo, que lo obtiene para sí, que lo adquiere… lo abarca desde una reescritura recientemente ideada para ese objeto y no otro, solo ese, y al parecer solo en ese momento. Al reescribir ese objeto, al re-concebirlo, se le otorga un nuevo tipo de valores, de ideas, de asociaciones, de lecturas, que se van integrando al objeto, que lo envuelven…lo transforman y…lo resignifican.
Adquiere así el objeto una nueva dimensión, una en la que participan el recuerdo y la memoria. Se revisan pequeñas historias, anécdotas lejanas, leves minutos de felicidad, de melancolía, de calma, de tristeza y surgen “mitos-objétuales” recién concevidos para el “personaje-objeto”. Se le apoda icono de un algo que a veces de tanto ser pronunciado se vuelve innegable en el reservorio de la memoria, cuando ciertamente puede nada más ser una historia inventada, heredada o una anécdota modificada.
Luego la repetición, la síntesis, todo en uno y redundantemente y de pronto…el objeto ahora es un icono de algo y vamos atribuyéndole proezas y motivos…se va integrando de esta manera al que colecta. Se reafirma y se válida como el simbolo de un concepto, de aquello que se respeta antes que otras cosas, que se revindica cada vez que sea necesario, un objeto en el que uno se reconoce y que se abarca desde lo sacro, desde una sacralizad secular, se comprende así por que de otra manera no se da respuesta a todo lo que remite. Se lo transforma entonces… en una reliquia. No una reliquia “santa” como diría algún beato religioso, sino una reliquia por los años, que quizá no tiene, pero representa, por permanecer como único (aunque muchas veces no original) sobreviviente de aquello que se memora, es un significado abstracto ocupando un cuerpo, un espacio físico y pasa también a ocupar un espacio en la casa a la que llega, un espacio en el que quizá descanse, repose, de tanto ajetreo por el encuentro, el traslado, la re-significación y finalmente la asignación del lugar apropiado.
Se lo integra a lo cotidiano, a la geografía de una casa y se lo observa de lejos, ocasionalmente se visita, y menos veces aún se toca o se muestra, quizá para no “cansarle el significado” y cuando se lo retoma, es casi como una premiación autoinferida…, casi como un premio al buen hacer o al buen sentir, como cuando se es niño y te obsequian caramelos y te los comes de a poquito para que no se te acaben nunca, para no cansarte de ellos, para siempre sentir ese dulzor de diablos que te cruza la garganta y que se te pega en las manos, en los labios, en la cara y hasta en los cabellos.
Todo el proceso, es como un abanico de metáforas que se suceden unas a otras, a veces no es necesario intelectualizar, ni teorizar, para comprender las relaciones (de los términos y de los procesos), son tan claras… tan limpias, que ataviarlas innecesariamente es “capturarles los atajos”.
Pía Carolina Aldana C.
Habitación a escala real: La simbolización del museo domestico.
"Relatos de habitación" como ya antes mencione, esta configurado por tres visualidades distintas, que se sustentan y complementan entre si, estas son: las miniaturas, las fotografias estenopeicas y la habitación a escala 1:1 y es esta última la que me resulto más compleja en su realización, fué esta habitación a tamaño natural, no por sus dimensiones o construcción, sino por que lo que sería su estética la que más tiempo dedique a pensar, ya que implicaba tener la suficiente lúcidez como para dejar que el espacio fuese neutral y no estuviese "cargado" identitariamente hablando, sino por el contrario se constituyese en un sitio más general, más universal. Pero por otra parte, el mismo, requeria la suficiente capacidad lúdica como para hacer que el espacio en toda su simpleza fuese cálido, acogedor, amable. Para ello fueron de gran ayuda ciertos consejos recibidos por un artísta amigo, en aquel tiempo un profesor amigo y los muchos textos que visite, uno de ellos, quizá el más importante "Especies de espacios" del brilante escritor Francés George Perec, quien en uno de sus capitulos manifiesta: "...Un dormitorio es un espacio que tiene una cama...", y sencillamente basta, solo eso, una cama... para identificar el espacio. Es entonces desde estas consideraciones, desde donde surge este "Museo doméstico" que no es otra cosa que la simbolización del espacio, que quién colecciona, utiliza en su hogar para guardar aquella colección, para protegerla...en las paredes de esta habitación se situaron las treinta y nueve fotografias estenopeicas capturadas y se incorporo un mobiliario simple, claro...pero acogedor, que curiosamente esta conformado por una serie de objetos obsequiados por mis seres queridos, especialmente cedidos para conformar este lugar y otros, que fueron construidos por mí, como la ropa de cama, y que también fueron diseñados, solo para este fragmento de habitáculo. Ciertamente en todo lo que uno hace quedan atisbos de lo que somos,pero en observar, pensar e intentar, en aquella búsqueda de generalidad esta el asunto, allí esta el secreto.
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